Artículo escrito por Paloma G. López .
Para dar comienzo a este artículo primero hay que poner en contexto el momento actual que en Un ejército de modistas, mi anterior artículo, se avanzaba. Debido a la escasez de recursos y energética, la sobreproducción y externalización en la que se asienta o a su modelo económico y, sobre todo, a la crisis climática derivada por todo eso, la industria textil vive un momento complejísimo que pide a gritos un cambio radical de rumbo y una transformación profunda de sus estructuras.
En realidad, esto está pasando en cualquier sector que analicemos, pero en el caso del textil ha costado mucho tiempo verlo y, cuando por fin hemos lo hemos visto con claridad está costando reaccionar eficazmente y sin titubeos. Tanto es así que la ultra fast Fashion se ha colado en nuestras vidas mientras andábamos distraídos decidiendo si utilizar este u otro material orgánico o qué energía renovable sería la más apropiada. Una ultra fast Fashion con una oferta descontrolada de prendas a precios de risa, asentada en la explotación laboral y que ha conseguido hipnotizar a los consumidores más jóvenes que han caído de lleno en sus redes.
Aquí estamos fallando como sociedad desde varios frentes: gobierno, educación y familia.
Empecemos desde el plano más privado, el de la familia. Desde el momento que ya nuestros hijos no se relacionan en la plaza, el parque o el deporte y su ocio es quedar en los centros comerciales o las redes sociales, algo estamos haciendo mal, sucumbimos a las luces de neón y a los espacios vigilados dejando que se relacionen en un entorno en el que todos los estímulos van encaminados a consumir y desear lo que no se tiene pero tampoco se necesita.
Si nos atenemos a la educación y a las nociones que tienen de consumo, si conocen y manejan las claves de lo que significa el cambio climático y cómo se ha originado, qué significa la sostenibilidad en moda o la moda circular, el resultado no es muy halagüeño. Desconocen que la ropa que se ponen es directa responsable de un modelo de explotación que está acabando con la biodiversidad del planeta. Nadie les ha hablado y educado para conocer esta realidad, ergo, no entienden la relación fast fashion, ultra fast fashion y cambio climático. Aquellas y aquellos que ven esta relación tampoco se les proporciona herramientas para defenderse y establecer una identidad propia más allá de ese bombardeo.
Por último, desde la administración pública y los órganos legislativos, al estar asentados en modelo de libre mercado nada impide que un engendro como Primark se asiente en el centro de una gran ciudad con el tremendo daño social y medioambiental que arrastra tras de si, o que Shein, Fashion Nova o Boohoo sean las plataformas online que hacen las delicias de las generaciones más jóvenes sin que nadie ponga barreras para que esto suceda.
Y aquí entra la reflexión que hoy planteamos. Si estamos hablando de un tema tan delicado y de un gran impacto negativo no solo en la salud propia sino también en la salud del planeta ¿por qué no se adoptan medidas más contundentes para frenar su avance? La propia Comisión Europea en boca de su presidenta Ursula Von der Leyen ya afirmó que “la fast Fashion y el Low Cost son veneno para el planeta” ¿Por qué, al igual que ya se hace con el tabaco o el alcohol, no se advierte que el consumo de este tipo de moda es muy perjudicial? ¿Por qué, si se ha prohibido que máquinas expendedoras de snacks o de bollería industrial se sitúen en los centros educativos, no se hace lo propio para evitar que este tipo de moda esté tan disponible para los más jóvenes y ya de paso para el consumo en general?
Creo que hasta la fecha nadie ha reparado que esto es así y que hay que alertar a la población sobre el grave peligro que conlleva y, como no se toman cartas en el asunto, los consumidores tampoco reparan ni lo consideran en su dimensión. Ha llegado el momento de actuar en consecuencia.
Nos encontramos en la semana del Black Friday y tal es el impacto de sus estrategias de marketing que ya se oyen voces en su defensa incluso dentro de iniciativas que se consideran “sostenibles”. Todo un despropósito. Sostenibilidad y Black Friday son opuestos. La sostenibilidad es consumo responsable, consumo de cercanía, consumo de aquello que se necesita y cuidando mucho que lo que se compramos venga con bajo impacto medioambiental y social. Alentar a un consumo con estrategias que estresan toda la cadena productiva que incitan a comprar no ayuda a crear un nuevo modelo económico y regenerativo.
Aún estamos a tiempo de reaccionar. Pidamos medidas que protejan a nuestros jóvenes, que nos protejan a todos y, sobre todo, que protejan nuestro increíble Planeta.
Fuimos capaces de paralizar el mundo durante el confinamiento, hagámoslo con la sobreexplotación energética y de recursos. Iniciemos el camino hacia la relocalización de la moda y la protección de estrategias sostenibles. Iniciemos el camino hacia la recuperación de una sociedad en armonía con la Naturaleza. Nos jugamos mucho.
Paloma G. López
Directora The Circular Project — CSFW Madrid Circular Sustainable Fashion Week Madrid – Presidenta SIC MODA Asociación Española para la Sostenibilidad, la Innovación y la Circularidad en Moda – CirCoAx by CircularInnoBooster