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Paloma G. López
Reflexión sobre el significado del término Sostenibilidad
Hace unos días cerrábamos, un año más, la edición de verano de la semana de la moda en Madrid, pero esta vez ni se trataba de un año cualquiera ni era una edición más. De golpe y porrazo la pandemia, la distancia social y el cambio climático, han obligado a todo un sector a reinventar una semana que ya tenía una estructura muy definida, a cambiar su manera de presentarse, su conexión con el público y lo más curioso a reivindicar a bombo y platillo la sostenibilidad como propia. Aparentemente un giro notable en forma y fondo.
No obstante, este cambio que ha sido fácilmente perceptible en las formas no ha sido tan evidente en el fondo y, por ello, ha sido muy cuestionado desde distintos frentes a los que venimos a darles la razón con esta reflexión que hoy os proponemos.
A veces me da por pensar que una mente superior, absolutamente perversa o compasiva (no acabo de decidirme en esto) ha ideado esta pandemia, de tal manera que paso a paso se va cumpliendo un plan increíblemente bien diseñado. De este modo, vemos que durante este año se aceleran cambios largamente demandados y de la noche a la mañana se van cumpliendo ante nuestros ojos antiguas predicciones.
La reducción drástica de la contaminación a la que asistimos en los meses de confinamiento como si de un ensayo general se tratase de lo que podría ser una sociedad descarbonizada. El freno a un consumo desmesurado que nos dejó claro que el sistema se sustenta en el consumo de cosas que no necesitamos y que suponen una sobreexplotación brutal de recursos. La puesta en valor de la industria local. El cuestionamiento de la unidad económica de Europa. El teletrabajo que nos ha conectado con medio mundo sin pestañear y ha demostrado cuántos desplazamientos innecesarios se pueden evitar. La puesta en evidencia de los paraísos fiscales. La coordinación ciudadana. La tremenda dependencia de los servicios básicos tan mal retribuidos en nuestro sistema económico. La importancia de una Educación de calidad. La brecha tecnológica y social.
Nunca como ahora hemos visto con tanta nitidez la necesidad de abordar todos estos aspectos, hasta el punto que comenzábamos a oír que nos encaminábamos a una nueva normalidad.
A todos los sectores les entró la prisa por demostrar que su compromiso con la sostenibilidad y un nuevo paradigma era incuestionable. En el caso de la industria de la moda se volvió la mirada hacia la moda sostenible apropiándose del mensaje.
¿Y esto por qué?
La moda sostenible lleva años, décadas ya, mirando de cara al cambio climático, enfrentándose a una cruel industria textil, llorando por un planeta saqueado y extenuado. Años trabajando por conseguir asentar las bases de un nuevo modelo de vestir y producir moda. Por tanto, ahora que este cambio se intuye muy cerca se sitúa mejor preparada física y mentalmente para abordarlo.
Trabajamos en red con propuestas atemporales y bajo demanda, no hemos tenido que despedir a nadie, ni deshacernos de excedentes de producción. Nuestra huella de carbono está compensada por nuestro modo de producir y nuestro día a día libre de impactos negativos. Y todo ello documentado, medido, certificado y mostrado con orgullo.
Un modo de empresa que ahora se antoja muy atractivo y deseable en el sector y al que todos quieren sumarse saltándose pasos, tomando atajos y a toda velocidad reivindicarlo como propio sin la profunda exigencia con la que la auténtica moda sostenible trabaja y vive.
La moda sostenible es un compromiso ético y estético con las personas y el planeta, abarca una visión holística de su papel en el mundo en el que todo está interconectado y tiene que coordinarse como un reloj bien engrasado. La moda sostenible pretende poner fin a una producción sin freno y deslocalizada, de ahí que se le diga slow, pero también se compromete con la gestión total del proceso hacia un Triple Balance positivo que implica a lo social, lo ecológico y, por supuesto, lo económico.
No ponemos en entre dicho que todos sin excepción ansiamos vivir en una sociedad donde estas reivindicaciones de la moda sostenible sean una realidad, pero una cosa es el deseo de que esto sea así y otra muy distinta su materialización. Ahora mismo no es así. Lo que está ocurriendo en estos momentos es puro greenwashing y una apropiación del mensaje sin un auténtico fondo que lo sustente y lo certifique con unas acciones reales que lo respalden, más bien al contrario. Colaboraciones y acuerdos con empresas en las antípodas de la sostenibilidad, mensajes contradictorios, despliegue de elementos insostenibles, han echado por tierra la iniciativa y desenmascarado ese fondo. Agotan la palabra sostenibilidad hasta vaciarla de contenido.
En su último artículo en La Verdad, Nacho Ruíz, hablaba de la “Teoría del desgaste de las palabras” que se viene produciendo en distintos ámbitos “…usando mal las palabras las neutralizamos, eliminamos las aristas afiladas con las que cortan y los vértices con los que pinchan… …el resultado es una palabra que ya apenas significa nada. …hemos provocado una inflación de términos fuertes y una deflación de sus significados, el contenido de las palabras cotiza a la baja” Me encontraba escribiendo este artículo queriendo decir esto mismo y no pude encontrarlo mejor expresado.
En el tema que nos ocupa, el daño puede ser gravísimo porque llevados por la inercia se limitan a dar una capa de pintura sostenible a los mismos procesos de siempre y al manosear con tanto empeño el término generan una enorme confusión y entorpecen sobremanera la transición social y ecológica que tenemos que cumplir de aquí a diez años en la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
En el 2012 el documento Environment and development challenges, The imperative to act, compilación de informes de 21 expertos, ya nos anunciaba que estamos en una situación de emergencia absoluta sin precedentes ante la que solo caben medidas drásticas. Asimismo, al igual que Naomi Klein opinamos que admitir esto es dificilísimo para los directivos más allá del capitalismo y de un centrismo fetichista y caprichoso.
No hay alternativas, no estamos invirtiendo en que las haya, no preparamos una salida airosa hacia una Economía Verde, ni preparamos a la sociedad civil, ni a la empresa y lo poco que se hace acaba siendo puro greenwashing sin resultados reales que frenen el cambio climático.
“Necesitamos un modelo económico totalmente nuevo y una manera igualmente novedosa de compartir este planeta. Necesitamos evolucionar” dice Naomi Klein en Esto lo cambia todo. En el libro también encontramos respuesta a por qué en estos momentos cierto sector de la industria está filtrando el mensaje de forma sesgada al presentarnos el término Cognición Cultural acuñado por Dan Kahan, profesor de la Universidad de Yale. Con este término se explica cómo se tiende a filtrar la información nueva a nuestro gusto para proteger nuestra visión del mundo “siempre es más fácil negar la realidad que permitir que se haga añicos nuestra visión del mundo” para terminar diciendo “algo tiene la cuestión del cambio climático que hace que ciertas personas se sientan muy amenazadas”
¿En qué momento pasamos de ser unas “iluminadas” a ser unas “visionarias”?
Cuando en 2015 sacamos la moda a la calle en el primer desfile Let it Slow! nuestro objetivo era traducir en imágenes una visión del mundo, una especie de cosmogonía propia aplicada a nuestra manera de vestir donde todo el mundo estuviese representado, respetado y supusiese un canto a las personas y a la Naturaleza tal y como se manifiestan. Un momento que se interpretó como un capricho de un pequeño proyecto en Madrid que hoy está creando escuela y pronto tendrá su quinta edición con Sustainable Fashion Week Madrid
La última colección de Gucci, Epilogue, ha sido presentada a los medios por sus propios empleados y con ello cierran una etapa en la que saben que tienen que pararse y transitar hacia algo distinto “necesitamos un nuevo comienzo desde el que intentamos visionar el futuro” ha dicho Alessandro Michele, director creativo de la marca.
Vaya eso es algo que nos resulta familiar ¿no?
De nuestro lado, la SFW Madrid se ha tomado muy en serio eso de que otro modo de vestir es posible y ha conseguido ser la primera pasarela española descarbonizada. Gracias a un informe realizado por Areteia en colaboración con PEFC España, la Asociación de Moda Sostenible de Madrid MSMAD y Esmasa que así lo demuestra, muy pronto tendremos un bosque en León fruto de esta colaboración (aire fresco para nuestros rostros embozados) El primero de los muchos que nos hemos propuesto plantar. En pocos días se hará público este informe.
Después de unos meses que han paralizado el mundo y que nos han llevado a todos a una montaña rusa de emociones llega el momento de respirar, llenar los pulmones de oxígeno y mirar hacia delante. Nos negábamos a reducir la marcha, a decrecer y de un día para otro nos hemos visto obligados a parar y toparnos cara a cara con un decrecimiento necesario.
Septiembre, 2020
Paloma García LópezDirectora The Circular Project — SFW Madrid
MSMAD Presidenta – SANNAS Empresas Triple Balance Vicepresidenta
The Circular Project Shop es una tienda de moda sostenible en Madrid y es el primer espacio de esta ciudad especializado en la comercialización y difusión de la Moda Sostenible y Moda Ética.
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